La cárcel de Zaballa acaba con la vida de otro joven; el tercero de 2019 en el mismo centro

Albisteak

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Desde 2011, tres personas han perdido la vida en la cárcel de Zaballa, las tres en lo que llevamos de 2019. El último, un joven alavés que falleció este lunes.

Uno más. Un joven más ha perdido la vida en la prisión Zaballa, Araba. Fue el lunes día 1 de abril, cuando apareció muerto en el Centro Penitenciario, por causas desconocidas. Se trata de un joven alavés.

Por si eso fuera poco, según ha informado Instituciones Penitencias a NAIZ, en febrero otro joven también perdió la vida en la misma cárcel. Atribuyen ambas muertes a “presuntos suicidios”, aunque solo son hipótesis.

Y a estas dos hay que sumarle una más, la de enero de este mismo año.  La cárcel se cobraba entonces otra víctima, un joven de 28 años. El 17 de enero, jueves, los compañeros de J.A. se encontraron a este joven muerto sobre las 03:00 horas de la mañana. Se trataba de un varón, vecino de Bizkaia.

Tres muertes desde 2011, todas en 2019

Se trataba la de enero  de la primera muerte en esta cárcel desde el año 2011, según los datos que controla Salhaketa. “Son muertes silenciadas, sabemos que hay más”, denuncian. Para la familia de J.A., no es el primer caso de estas caracterícticas: años atrás, otro miembro de la familia falleció también en la cárcel.

A este último, el fallecido en enero, le realizaron una autopsia y ésta demostró que el joven había fallecido por una sobredosis de heroína. Salhaketa también dio a conocer entonces un dato: el 80% de las personas que están en prisión tienen drogodependencia. El compañero de celda del joven fallecido en enero, también tuvo sobredosis aunque no falleció: “No dudéis que, encima, este preso sufrirá represalias cuando la imprudencia ha sido de las Instituciones Penitenciarias”, advertían.

Familiares que se enteran de manera “aséptica y fría”

Una familiar de un preso fallecido en prisión y que también ejerce de abogada, explicó en enero como conocen los familiares que un familiar suyo a muerto. “Te lo cuentan de una manera aséptica y fría. Si tienes muchísima suerte te puede llamar el director, pero no es lo habitual”. En el caso de la muerte del preso en enero en Zaballa, la familia se quedó todo el fin de semana sin apenas tener información.

El derecho a la integridad es otro factor que remarca la asociación. “Cuando se muere un familiar y pides ver el cuerpo, a los diferentes responsables les suena a chino. Las pegas son constantes”.

“Se levanta el cadáver y no quieren dar a conocer que ha pasado. Si las propias personas que se encuentran presas son ya ciudadanas de segunda, las familiares pasamos a ser más de lo mismo”, denunciaba Salhaketa en enero.