Ni modélica, ni pacífica: contrahistoria sangrienta de la Transición española (2018-04-10)

Barrio Canino | martes 22:00h

Esta semana nos acompañan en el estudio los compañeros de la revista Contrahistoria, con los que lanzamos una ofensiva contra el olvido de aquello que se llamó Transición, los años posteriores a la muerte de Franco en los que sentaron las bases del Estado actual.

Un proceso en el que la sangre y los muertos son incontables, y que no tuvo nada de modélico ni de pacífico, a pesar de la versión oficial construída a base de propaganda desmemorizadora durante estos 40 años. Cuando hubo que elegir entre ruptura o reforma, esta segunda se impuso a golpe de porra, de pelota de goma, de torturas y del silencio judicial cómplice de lo que estaba ocurriendo. Un proceso en el que nos hicieron ver que todo había cambiado, para que en realidad todo siguiese igual.

A estas alturas es indudable que el control de la historia es una herramienta más del poder para controlar el presente. Hacer contrahistoria, contar el relato de la historia desde abajo y contar la historia de forma crítica es una forma de desafiar al sistema. La memoria se convierte así en una actividad subversiva. Por este motivo, en este año del 40º aniversario de la Constitución, decidimos hacer este programa sobre la transición que no nos han contado, la transición apócrifa de ‘los otros’.

En 1995 se estrenó la serie documental de Victoria Prego sobre la Transición. Una producción de RTVE que costó 80 millones y que recoge todos aquellos protagonistas seleccionados por la oficialidad para representar la historia. Un trabajo desmemorizador que presenta la historia como un proceso gradual, basado en el consenso, la reconciliación y la reforma, en el que se desprecia todo aquello que tiene que ver con el movimiento obrero, la calle, las huelgas, las asambleas, para promover la necesidad de la delegación y la representación. Sin embargo, los represaliados, los muertos, la pelotas de goma y las torturas dejan en evidencia lo que realmente fue la Transición: una imposición del estado capitalista que debería imponerse en esos primeros años del postfranquismo.

Muchas de las víctimas de este periodo tienen nombre propio como Agustín Rueda, preso social torturado hasta ser asesinado por los carceleros en la prisión de Carabanchel, justamente ahora hace 40 años. También recordamos a Yolanda González, a Arturo Pajuelo o Teófilo del Valle (primer obrero en huelga asesinado por las fuerzas de seguridad después de la muerte de Franco). Y otros nombres como Vicente Cuervo, asesinado por neofascistas en VallekasAndrés GarcíaJose Luis AlcazoArturo RuizCarlos GonzálezJorge Caballero… y un sinfin de nombres más. Son tantos que es imposible enumerarlos.

También son incontables los muertos que hubo en las prisiones, torturados, enfermados, inducidos al suicidio o directamente asesinados. Y otros pasajes de aquellos años que delatan represión del estado como el Caso Scala, los 5 obreros asesinados en Vitoria en marzo de 1978, el caso Almería… y muchas otras que no alcanzamos a nombrar a pesar de haber dedicado un programa de radio de 3 horas como este, y a la cantidad de horas de estudio sobre el tema que acumulan los compañeros de la revista Contrahistoria.

Esta semana os traemos un monográfico dedicado a la canción frívola del primer tercio del siglo XXEl cuplé. Acompañados de Gloria G. Durán, estudiosa del tema, y de la cupletista Laura Inclán.

Para entender el origen del cuplé en España hay que remontarse muy atrás en el tiempo. A finales del siglo XIX llega a España la influencia francesa del couplet, que se encuentra con los resquicios de lo que fue la tonadilla escénica del siglo XVIII, con personajes como Maria Antonia Vallejo Fernández “La Caramba”. Era un momento en el que también estaba naciendo la cultura de masas, con un gran incremento de la población en un Madrid en expansión donde se multiplicaban los espacios públicos: bares y cafés cantantes, pequeños teatros donde triunfaban sobre todo las figuras andaluzas que cantaban flamenco y sus derivados. Nada que ver con el cuplé.

Del género mayor, la ópera, se pasa al género chico, la zarzuela. Y de esta, se pasa al género ínfimo: el cuplé. Es así como se genera la canción independizada, más fácilmente recordable por el gran público. En muchas ocasiones trufada de chascarrillos picantones, sátira social y política. Temáticas que conectaban rápidamente con el público, que eran recordadas y cantadas por las calles, generando sus propias variaciones de las letras.
Cultura popular en estado puro, pues era la sabiduría popular, lo que se hablaba en las calles de Lavapiés y La Latina y el aroma de los madriles más clásicos, lo que acababa inspirando las letras de estos cuplés.

Podríamos considerar que el nacimiento del cuplé fue en 1898 en el Teatro Barbieri, en la calle Primavera, en Lavapies, con la interpretación de ‘La Pulga’ interpretrada primero por Nelle Martini y castellanizada posteriormente por Pilar Cohen.

Comienza así una época artísticamente muy enloquecida, de horarios tardíos, de despiporre absoluto y protagonizada por mujeres. Mujeres con fuerza, que además hacen gala de un gran sentido del humor, lo que las hace más poderosas aún. Los cantos al cachondeo y al flirteo se convierten en algo revolucionario en el Madrid de comienzos de siglo XX. Los espectáculos suceden en los horarios más crápulas que se puedan imaginar, en un Madrid en ebullición en el que se cantaba en todos los rincones. Nacía así el género sicalíptico, con contenido especialmente picantón, que después derivaría en el cuplé de variedades con espectáculos a media tarde para toda la familia, y posteriormente ya en los años 30 acabaría convirtiéndose en cuplé político, durante la II República.

Para comprender del todo este periodo cultural, tenemos que hablar también del ultraísmo, movimiento cultural de oposición al modernismo de la época, contemporáneo del dadaísmo, del que se cumple ahora el centenario de su surgimiento en España, en 1918.

Esta historia de vanguardias culturales finaliza abruptamente con la Guerra Civil española, en 1936. Durante este periodo la escena remite, hasta quedar prácticamente en nada al finalizar la contienda, siendo sustituída posteriormente por la cultura patrocinada por el Régimen, pero esa es otra historia que deberá ser contada en otro momento.
Tengo dos lunares, tengo dos lunares, uno junto a la boca y otro donde tú sabes.

Isabelita Bru – ‘Tango de los lunares’.

Deskarga

Publicado en Barrio Canino, el 07/04/2018.

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