Ya ha terminado el Bilbao Deathfest III. Ha sido un éxito de público, de conciertos, de diversión. Fue una auténtica abrasada de bandas extremas que lo dieron todo, incluídas las 5 escogidas por el Desenterrador que como curator del festival celebraba XII años de radio.
Ahora llega la calma. Llega el momento de retomar el mando del programa y seguir con la decimosegunda temporada. Y tras la abrasada sónica del pasado finde, toca tomárselo con calma. Una calma engañosa, la del shoegazing. Ya se hizo un especial en los comienzos del programa y se hizo de nuevo otro hace apenas unos pocos años, pero el tema da mucho de sí.
Mirarse a los zapatos, el secreto del shoegazing
Se trata de un estilo cuyo nombre como ya se ha explicado deriva del inglés Shoe (Zapato) y Gaze (Mirar intensamente) y que tuvo su auge a principios de los 90 con bandas como Ride, My Bloody Valentine, Chapterhouse o Swervedriver. Basado en una muy particular expresión sónica 50% distorsión, 50% sensibilidad pop, llegó a llamarse “la escena que se celebraba a si misma” en un irónico parecer respecto al ensimismamiento de muchas de sus bandas, incluso su nombre habla de la costumbre de muchas de sus bandas de permanecer estáticas y a veces mirando al suelo en vez de la audiencia, en una suerte de desdén adolescente y romántico.
Breve pero intenso
Su duración fue muy limitada y su alcance aparentemente escaso. 20 años después todo ha probado ser bastante falso ya que hay bandas incluso de géneros tan alejados y extremos como el black metal que han adoptado la atmósfera y distorsión pedalera como parte de su arsenal con notable éxito como Alcest o Agalloch. Amén de bandas de nuevo cuño como Nothing o Eagulls que le han dado una vuelta y revitalizado por completo.
Repasaremos pues, el ayer y hoy de un estilo que para lo minoritario que es, tuvo y tiene una proyección muy importante en el panorama actual del rock.
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